Suena el timbre del CEIP Tomás de Villarroya y Paco sale al patio como un rayo zigzagueando entre sus compañeros. Gira, da vueltas como un torbellino, derrapa y se tira por rampas en su silla de ruedas deportiva. Es un terremoto de nueve años que juega con sus amigos que se sientan en el suelo para hablar con él a su altura. Esos mismos niños, que no tienen discapacidad, se subirán a sillas de ruedas dentro de quince minutos. Empieza la clase de baloncesto adaptado.
A la extraescolar van niños con y sin movilidad reducida, discapacitados intelectuales, físicos y sin discapacidad de ningún tipo. Todos caben y todos son amigos. «Los niños no tienen prejuicios. Nunca jamás me han preguntado nada de un chico que viene con discapacidad. Simplemente les digo, mirad, este es vuestro nuevo compañero, y ellos juegan con él con toda la naturalidad», explica David Coscollá, padre de Paco y monitor de las clases de baloncesto adaptado.
«Las Panteras» es el primer y único club de baloncesto adaptado para niños en la Comunitat, y forma parte del club «Sense Barreres». La historia de cómo nace este equipo es una muestra del amor infinito de un padre a su hijo. Porque Paco no es un niño cualquiera. Es un chiquillo con Atrofia Muscular Espinal, una enfermedad neurodegenerativa rara que solo afecta a cuatro niños de todos los nacidos en la C.Valenciana en un año. En pocos años es una sentencia de muerte, con suerte, Paco debería vivir pegado a un respirador y sin moverse. Afortunadamente, Paco es uno de los primeros niños de España en probar un tratamiento en pruebas que está funcionando bien.